martes, 27 de mayo de 2008

A VECES

A veces los ojos no dan para más. Es muy duro allá afuera. Por más que busquemos la droga cultural predilecta, los sentimientos continúan con su carga de viejos barcos que una tarde, a la hora del crepúsculo, partieron hacia la puerta abierta del horizonte, que nosotros nunca pudimos descubrir. Estar en casa o en la ciudad da lo mismo. También es muy duro aquí adentro del corazón, entendiéndose por corazón la interioridad de uno mismo. Las páginas internas cobran fuerza hasta volverse el texto único del universo, la imagen omnipresente en cada mirada de nuestras mentes. A veces pensamos que estos estados de desgracia
o de hipocondrías mál domesticadas, no sólo pueden estar en nuestras neuronas, que en su conjunto son nuestro ordenador orgánico con sus realidades virtuales, que siempre tienen, lo aceptemos o no lo podamos aceptar, debido a nuestras teologías, creencias mágicas y paranoias, que siempre tienen, digo, un asidero en la realidad externa y la manera como percibimos dicha realidad. Así de simple. Y si tomamos en cuenta que el cien por ciento del conocimiento real no lo tiene la ciencia, ni mucho menos la religión, entonces queda la oportunidad de indagar, de ser creativo positivamente o negativamente, para obtener algún placebo que nos engañe con misericordia, con compasión, que nos haga aceptar nuestra condición humana generalmente atormentada. Yo insisto en mi terapia, y según sea de aguda la crisis personal, a veces tengo que entrar en el espejo a buscar otro espejo donde encuentre algo que no está limitado por lo neuronal.

viernes, 9 de mayo de 2008

ESTÁ LLOVIENDO

Hoy que estoy frente al espejo está lloviendo. Son las seis en punto de la mañana y no hubo lugar para los primeros rayos del sol en el perfil del cerro. Yo sé que eso de tomar la lluvia de una manera metafórica es un lugar bastante común hoy día en la expresión escrita, pero de verdad está lloviendo y mis sentimientos depresivos, también se sienten de esa manera. Creo que lo que sucede realmente es que como no somos seres aislados, sino que formamos parte de toda una realidad planetaria, y aunque a veces nos parezca pretensioso, también estamos integrados a una realidad universal, nuestros estados de ánimo no pueden estar separados de nuestro entorno, y en lo que se refiere a la naturaleza, si las nubes lloran, perdón, si se vacían en lluvia, esto nos parecerá afín a nuestras emociones. Y quiero expresar que eso es excelente. Es una manera de paliar la soledad existencial. Si no hay alguien contigo que se solidarice con tu tristeza, tu angustia, tu aflicción, tu frustración, con tu sentimiento de orfandad -a veces esto se trae desde el vientre de la madre- es bueno saber que el planeta está contigo: sus montañas, sus valles, sus ríos, sus lagos, sus mares, su cielo y sus nubes oscuras, y por qué no decirlo, hasta el paisaje urbano que es obra del hombre, aunque generalmente al trazarlo y realizarlo no lo haya hecho con fines altruistas, sino más bien por motivos egoístas, pero en tu hambre de integración colmenar, hasta percibes que esa ciudad afanada durante las veinticuatro horas cotidianas: de día esquizofrénica y de noche bohemia y sicalíptica, te entiende y te recibe aunque sea en un parque de barrio.
Hoy, después de este vaciamiento frente al espejo, sé que la ciudad será un crucigrama solidario y que sus manos callosas sobarán mi alma.

viernes, 2 de mayo de 2008

A BUENA MAÑANA

Como de costumbre, a buena mañana vine a platicar conmigo mismo frente al espejo. Los centzontles desde las cuatro de la madrugada habían comenzado a llamar a la lluvia con sus trinos melodiosos, llenos de gorgoritos rítmicos. Nunca descansan de hacer esto a la misma hora, y sin importar que el servicio meteorológico hable del Niño o de la Niña y sus consecuencias climatológicas, estos pequeños pájaros color de tierra, siempre se salen con la suya y terminan convenciendo al cielo de que llueva.
Este fue el contexto trinador que sirvió de fondo a mi monólogo -o ¿diálogo?- frente al espejo, y en todo lo que hablé o hablamos quedó como sol brillante, sonoro y mañanero lo que mi compañera me dijo la noche anterior antes de dormirse. En lugar de darme las buenas noches, me miró con ternura de mujer enamorada y me dijo: "¡Mi poeta!"
Y para qué seguir hablando, si ese sol me acompañó y me impregnó toda la noche
con un amor cálido que me guardó del frío y me hizo dormir profundamente hasta la madrugada. Y hoy en la mañana, al levantarme, el sol estaba dentro de mi corazón y de mi mente, y también en el horizonte repitiendo las palabras tiernas y amorosas: "¡Mi poeta!"
Así es que esta mañana, al adentrarme en la ciudad come tiempo, mata vidas, pude sobrevivir iluminado.

CORRECCIÖN

El poema DECLARACIÓN DE FE de la anterior entrada pertenece al libro inédito ESCRITURAS PARA ALIMENTAR SANTOS OFICIOS, 1972.
Cometí un error al digitar PARA, no es apara.

DECLARACIÓN DE FE

Creo en el Cristo
que echó a los mercaderes
de la casa de su Padre

Julio Iraheta Santos
De Escrituras apara alimentar santos oficios, 1972.

jueves, 1 de mayo de 2008

TERAPIA

Soy mi propio sicólogo frente al espejo. Ayer por ejemplo me di ánimo, y me dije a mí mismo que la creatividad del ser humano no puede limitarla la edad otoñal, aunque mi contexto topográfico sólo conoce de la época lluviosa y seca. Siempre he admirado el otoño y me ha impresionado en fotografías, vídeos y películas, porque nunca he estado fuera del país en otros lugares durante esa estación. Por lo demás, sí asocio el otoño con la melancolía. Yo siempre he tenido tendencia anímica melancólica y los colores que toma la naturaleza durante la estación otoñal me impactan en gran manera: su belleza y la impresión de que una vida que se acerca a la última etapa de su existencia tiene hermosura, así como las etapas anteriores: infancia, adolescencia, juventud, adultez.

De todo eso hablé frente al espejo y aunque discurrí alegóricamente me sentí muy bien y animado. Cuando me fui al centro de la ciudad pude resistir su embestida.